En el horizonte de lo imposible

Javier Horcajo

Javier Horcajo

Doctor en Psicología.
Profesor de la Universidad Autónoma de Madrid.
#Psicología #Deporte #Lifestyle

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El mes pasado ocurrió uno de esos hitos extraordinarios en la historia del deporte. Algo que situó el rendimiento humano en el horizonte de lo imposible. El atleta Eliud Kipchoge (Kenia, 1984), plusmarquista mundial de maratón, corrió esa distancia de 42.195 m en menos de dos horas: 1:59:40.

No fue un maratón oficial. Todo se ideó para conseguir ese reto deportivo: bajar de dos horas en la distancia del maratón. No voy a entrar a discutir las características de ese evento y el carácter no homologable de la marca de Kipchoge. Por supuesto que contó con condiciones artificiales ventajosas que lo inhabilitan como récord del mundo. Eso es evidente. Pero él ya había asombrado al mundo del deporte con su récord mundial, el 16 de septiembre de 2018 en Berlín: 2:01:39.

Fotograma de la llegada de Kipchoge, el 12 de octubre de 2019, en Viena. Fuente: Sports Illustrated (Courtesy INEOS 1:59 Challenge).

 

Apenas dos semanas antes del reto de Kipchoge y su 1:59:40, el pasado 29 de septiembre, también en Berlín, en un maratón oficial, otro de los grandes atletas de la historia, Kenenisa Bekele (Etiopía, 1982), se quedaba a tan solo dos segundos del récord del mundo de maratón, marcando un tiempo de 2:01:41. ¡A solo dos segundos!

Y aún hay más: al día siguiente del reto de Kipchoge, Brigid Kosgei (Kenia, 1994) batía el récord mundial femenino de maratón en Chicago, con 2:14:04, superando el anterior récord establecido en el año 2003 (2:15:25, Paula Radcliffe).

Si el pasado mes te sorprendió en otras cosas y no pudiste verlo, te habrás perdido una parte importante de la historia del atletismo en la distancia “sagrada”, en el más simbólico y significativo de los eventos de los JJ.OO.: el maratón.

Entrada en meta de Brigid Kosgei, el 13 de octubre de 2019, en Chicago, batiendo el récord mundial femenino de maratón. FOTOGRAFÍA: MIKE SEGAR (REUTERS).

 

En esta entrada de blog, quiero centrarme en el 1:59 Challenge de Kipchoge.

Con ese logro, Eliud Kipchoge ha conseguido llevar al ser humano a otro nuevo horizonte de lo imposible. Él lo ha visitado por primera vez, como un huésped que ha sido bien atendido, cuidado e incluso agasajado con todo lujo de detalles para que ese viaje fuera lo más confortable posible. Y así, ha puesto ese horizonte al alcance del ser humano. Nos ha dicho: ¡Es posible! Tal vez no para hoy, con las reglas que rigen el maratón en las competiciones oficiales. Pero está cerca. Muy cerca. Él lo ha experimentado. Lo ha sentido. Su mente ahora es diferente: ha cambiado. Ha cambiado también al resto de atletas. Ha cambiado a sus competidores. Nos ha cambiado a todos. Ahora creemos que es posible. Y esto lo hace más probable. Este avance psicológico es tan importante como el avance tecnológico en el desarrollo de los materiales para la mejora del rendimiento deportivo. Porque lo que pensamos, creemos o sentimos influye sobre lo que hacemos y lo que logramos. Esta es una de las tesis principales de Albert Bandura, uno de los psicólogos más reconocidos mundialmente.

Se ha hablado mucho sobre las ventajas con las que contó Kipchoge, en comparación con una carrera de maratón oficial y reglada por la Federación Internacional de Atletismo (IAFF). Asimismo, se ha destacado el beneficio de las zapatillas que usó porque la marca que las comercializa asegura que aportan hasta un 5% de mejora en el rendimiento de los atletas. De unas zapatillas parecidas también se han beneficiado Bekele y Kosgei en sus recientes registros. Obviamente, si es tal como asegura la marca deportiva que ha creado esas zapatillas, cualquier deportista puede entender que ese porcentaje es una enorme ventaja competitiva.

Ahora bien, como suele pasar con frecuencia en el análisis que se hace del rendimiento deportivo, se diferencia entre lo material y lo mental, como si fueran dos cosas radicalmente separadas. Pero en la actualidad sabemos que no es así. Siguiendo con el ejemplo de las zapatillas. La pregunta es:

¿Qué parte del efecto que, supuestamente, están teniendo las zapatillas en los nuevos récords de maratón se debe a la mejora tecnológica del material, y qué parte se debe al efecto psicológico de creer en esa mejora del material?

En otras palabras: ¿El factor psicológico de saber que vas a tener una ventaja tecnológica estimada en hasta un 5% podría hacer que aumente la confianza del atleta en que puede lograr un mejor resultado? ¿Y esto podría traer consigo una mejora real del rendimiento que, en parte, se debiera a un factor mental? Mis respuestas son claras: absolutamente sí. Los efectos psicológicos de las creencias de autoeficacia sobre el rendimiento deportivo están científicamente probados. Incluso, también podría estar ocurriendo un efecto placebo, muy bien documentado en medicina o psicología. Es decir, aunque esas zapatillas no tuvieran ese porcentaje de mejora, si un atleta cree que lo tiene, esa creencia le llevaría probablemente a mostrar un mejor rendimiento como una consecuencia psicológica y no como una consecuencia tecnológica.

Más detalles del reto de Kipchoge. Al contrario que en los maratones oficiales, un coche fue en todo momento marcando un ritmo constante e ideal a las liebres, al mismo tiempo que les indicaba con un láser la trazada óptima a lo largo de todas las vueltas al circuito. A su vez, el láser también guiaba a las liebres que acompañaron a Kipchoge para mantener una formación milimétricamente estudiada para obtener la máxima ganancia (o más exactamente, la menor pérdida) aerodinámica. Todo fue científicamente estudiado y rigurosamente implementado. Una pregunta que a mí me resulta interesante es qué efectos psicológicos produjo todo eso en la mente de Kipchoge y en qué medida su rendimiento se debió también a esos efectos psicológicos y no simplemente a las condiciones físicas establecidas. Sin duda, se podrían plantear efectos psicológicos positivos en la atención-concentración, en la motivación, en la confianza, en el manejo de los pensamientos y los estados de ánimo, etc. Muchos y diversos.

Pongamos algunos ejemplos. El ritmo controlado ayudó a Kipchoge a auto-regular (i.e., dosificar) su esfuerzo óptimamente. Una habilidad psicológica que, sin duda, es fundamental en el rendimiento deportivo en las pruebas de resistencia. Asimismo, el láser y la formación en grupo de las liebres (en todo momento, cinco en forma de V por delante de él y dos por detrás) también pudo ayudar a Kipchoge a mantener focalizada su atención en aspectos externos al esfuerzo límite que estaba realizando, así como a distraerse de posibles pensamientos negativos que le pudieran asaltar en algunos momentos de la prueba (ambas técnicas son muy utilizadas en la preparación psicológica de deportistas). Como el propio Kipchoge ha dicho:

“El espíritu transporta al cuerpo, la fuerza mental es la clave. Corro desconectado de mis pensamientos.”

Entrada en meta de Eliud Kipchoge, el 16 de septiembre de 2018, en Berlín, batiendo el récord mundial de maratón. FOTOGRAFÍA: MARKUS SCHREIBER (AP).

 

Asimismo, la formación grupal que llevaron las liebres durante toda la prueba, además de tener efectos aerodinámicos positivos, también pudo generar en Kipchoge efectos psicológicos positivos. Por ejemplo, pudo producirle un estado psicológico de sentirse acompañado en todo momento e involucrado en una misión colectiva en la que numerosos atletas de talla mundial, a la vez que preparadores-entrenadores, científicos de diversos ámbitos, el público presente a lo largo de todo el circuito y otras numerosas personas participaron para ayudarle a él en esa gesta. Es más, el propio Kipchoge parecía haber interiorizado el eslogan del evento completamente como propio: No Human Is Limited. De este modo, no era tan solo Eliud quien corría; sino que era el ser humano en su conjunto, en una demostración de que “no tenemos límites”. Este carácter colectivo da un significado que transciende al individuo y que puede facilitar un estado de fluencia psicológica o flow. No me parece descabellado pensar que todo esto influyera positivamente en sus estados cognitivos y afectivos, su motivación o su confianza; y que, a su vez, estos procesos psicológicos contribuyeran positivamente al rendimiento extraordinario obtenido.

Fotograma del evento, con Kipchoge en medio del grupo de liebres, detrás del coche que les acompañaba y el láser. Fuente: BBC Sport (Courtesy INEOS 1:59 Challenge).

 

No pretendo hacer aquí un análisis exhaustivo de todo lo que pudo ocurrir a nivel mental y que habría influido en el rendimiento de Kipchoge; pero sí quiero poner el foco en algo que con frecuencia pasa desapercibido: El rendimiento deportivo solo puede entenderse completamente si también se analizan los aspectos mentales. Porque todo atleta es ‘ser humano’ y el ser humano es ‘mente’. En nuestro mundo tan tecnológico que nos envuelve cada día, podemos caer en el error de tratar de explicarlo todo simplemente con el desarrollo de la tecnología. Con frecuencia olvidamos que, sin mente, no hay tecnología; porque toda tecnología humana fue ideada por una mente. De hecho, se podría decir que el más sofisticado “instrumento tecnológico” que conocemos en el universo se llama cerebro humano. Una de las principales características del cerebro humano es su plasticidad, su capacidad de aprendizaje y de adaptación. Por ello, todos los efectos psicológicos que pudieron tener las ayudas tecnológicas con las que contó Kipchoge en su reto son efectos que pueden también obtenerse mediante la preparación mental y el entrenamiento de las habilidades psicológicas aplicadas al rendimiento deportivo. Esta “tecnología psicológica” puede ser utilizada por cualquier deportista. Sin embargo, con demasiada frecuencia, es la última tecnología a la que se acude para mejorar el rendimiento. Paradójicamente, con demasiada frecuencia, los seres humanos olvidamos lo que nos hace ‘humanos’.

“Se trata de hacer historia, se trata de dejar un legado, se trata de inspirar a la gente… Mi único objetivo es dejar el mensaje de que ningún ser humano tiene límites. Y mi única forma de hacerlo es correr por debajo de las dos horas.” 

 

#NoHumanIsLimited Este fue el eslogan de la prueba. El mensaje que Eliud Kipchoge quería enviarle al mundo. Pero, querido Eliud, no todos podemos hacer lo que tú hiciste. Nadie antes lo ha hecho jamás. Quizá alguien vuelva a hacerlo. Quizá. O no. Gracias a ti y solo contigo hemos vislumbrado ese horizonte de lo imposible.

Y en el horizonte de lo imposible reside la esencia del deporte. Una esencia humana. Profundamente, humana.

 

Ahora pediré un deseo al universo, a la vida, al atletismo… y a dos de los más grandes atletas de todos los tiempos. Quiero ver correr juntos a Kipchoge y a Bekele. En un maratón reglado, oficial. Donde el tiempo que hagan no sea cuestionado ni cuestionable. Y puestos a soñar, quiero verles correr con un único objetivo: bajar de las dos horas. Si ahora alguien me preguntara: ¿crees que es posible que ellos, los dos juntos, compitiendo el uno contra el otro, con ese objetivo, bajasen de las 2 horas en maratón? Hoy, después de lo que Kipchoge nos ha mostrado, mi respuesta sería clara: Creo que sí. Lo podemos ver. Porque ahora es posible pensarlo como posible. Esto es lo que el reto de Kipchoge ha cambiado. Aunque para ello, por supuesto, tendrían que darse unas condiciones muy favorables. Sobre todo, tendrían que contar con la ayuda de otros corredores que habrían de renunciar a sus posibilidades en esa carrera y sacrificarse por ellos dos. Además, tendrían que confluir muchas otras circunstancias a su favor (e.g., estados óptimos de forma física, una buena preparación psicológica, condiciones meteorológicas favorables, etc.). Y llegado el momento, ellos dos, codo con codo, emulando a otros dos de los más grandes, como lo hicieron Haile Gebrselassie (Etiopía, 1973) y Paul Tergat (Kenya, 1969) en la final épica de los 10.000 metros de los JJ.OO. de Sydney en el año 2000, tendrían que correr dejándose hasta el último aliento para que solo uno de ellos, el mejor ese día, se llevase la gloria. ¿Querrán hacerlo? ¿Serán capaces de hacerlo?…

Si se dan las circunstancias óptimas, apuesto a que lo veremos. Pronto.

Entrada en meta de Kenenisa Bekele, el 29 de septiembre de 2019, en Berlín, quedándose a dos segundos del récord mundial de maratón. FOTOGRAFÍA: MICHAEL SOHN (AP).

 

En el horizonte de lo imposible reside la esencia del deporte. Una esencia humana. Profundamente, humana.

 

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